La teoría de la justicia afirma que existen principios y reglas que se deben de respetar, pero esos son marcos de referencia, ya que puede haber excepciones. Más que todo, esta teoría se enfoca en respetar el derecho de las personas. Por otro lado, esta teoría consiste en tratar a todas las personas de tal forma que cada uno de los integrantes de una situación, obtengan lo que se merece. Se trabajan bajo procedimientos justos y resultados justos.
En torno al caso WorldCom, un primer problema que se ha detectado como un incumplimiento a esta teoría, es en cuanto a la relación del presidente Bernard Ebbers con el Director Financiero Scott Sullivan. La infracción a esta teoría se dio cuando Ebbers presionó reiteradamente a Sullivan para que realice las alteraciones contables, sin dejarle opción alguna a no realizar esa actividad ilegal, ya que iba en contra de los principios contables y de su trabajo. Todo en esmero de que Ebber mantenga la buena imagen de la empresa y el precio por acción se mantenga estable de modo que no se perjudique su riqueza personal ( $ 400 millones en acciones).
La mejor forma para respetar el derecho de Sullivan (si es que en realidad fue forzado a actuar de esa manera), es que si Ebbers deseaba realizar alteraciones en las cuentas, el mismo debía hacerse responsable de ello y respetar la premisa de los resultados justos para las personas, puesto que al involucrar a Sullivan dentro de la estafa y luego declarar ante la justicia su inocencia, trató de evadir su responsabilidad y más bien intentó adjudicarle plena culpabilidad a Sullivan por sus actos.
Por su parte, Sullivan debió de ejercer su derecho de opinión y no dejarse manipular ni amenazar por su jefe. Es más, debió acusarlo para que dichas operaciones no se les vayan de las manos y no esperar a que ocurran los hechos que finalmente se desataron (bancarrota de la empresa, juicios civiles, pérdidas económicas de los inversionistas, empleados despedidos).
Un segundo problema que se relaciona con esta teoría y que viola la premisa de procedimientos justos es que Ebbers nunca se preocupo por los intereses de sus principales stakeholders para que puedan tener la oportunidad de recibir una retribución justa por lo que ellos aportan a la empresa, si no más bien se vieron notablemente perjudicados. Este caso se da en especial medida con sus trabajadores e inversionistas. En lo relacionado a los trabajadores de la empresa, ellos tenían el derecho a ser informados sobre los sucesos o la toma de decisiones; pero a los funcionarios no les importo si es que estas personas se iban a quedar sin empleo luego de que el fraude sea descubierto, los dueños solo actuaron por sus propios intereses.
Del mismo modo, en lo relacionado a los inversionistas, sus derechos tampoco fueron respetados en ningún momento. Como se menciono anteriormente, los funcionarios solo velaban por sus intereses y nunca se preocuparon por los intereses de los inversionistas. Estas personas creían que la empresa marchaba en un excelente camino, de esa manera confiaron en ella e invirtieron su dinero esperando obtener grandes rentabilidades. Sin embargo, Ebbers no tuvo escrúpulos para realizar malos manejos de sus cuentas de gastos y brindar información errónea a sus auditores, ya que priorizó su beneficio propio sin tomar conciencia que estaba engañando a sus inversionistas atentando contra sus derechos relacionados a obtener información real sobre el estado financiero de la empresa, de tal forma que ambas partes (ellos y worldcom) se encuentren en igualdad de condiciones. Ello finalmente redundó en la pérdida de su inversión y la oportunidad de invertir su dinero en algún negocio que realmente sí era rentable. Por último, si WorldCom encabezado por su presidente Ebbers hubiera actuado con justicia nada malo hubiera ocurrido y se hubiera evitado el gran fraude que lo llevo a la bancarrota y posteriormente a la cárcel.
En torno al caso WorldCom, un primer problema que se ha detectado como un incumplimiento a esta teoría, es en cuanto a la relación del presidente Bernard Ebbers con el Director Financiero Scott Sullivan. La infracción a esta teoría se dio cuando Ebbers presionó reiteradamente a Sullivan para que realice las alteraciones contables, sin dejarle opción alguna a no realizar esa actividad ilegal, ya que iba en contra de los principios contables y de su trabajo. Todo en esmero de que Ebber mantenga la buena imagen de la empresa y el precio por acción se mantenga estable de modo que no se perjudique su riqueza personal ( $ 400 millones en acciones).
La mejor forma para respetar el derecho de Sullivan (si es que en realidad fue forzado a actuar de esa manera), es que si Ebbers deseaba realizar alteraciones en las cuentas, el mismo debía hacerse responsable de ello y respetar la premisa de los resultados justos para las personas, puesto que al involucrar a Sullivan dentro de la estafa y luego declarar ante la justicia su inocencia, trató de evadir su responsabilidad y más bien intentó adjudicarle plena culpabilidad a Sullivan por sus actos.
Por su parte, Sullivan debió de ejercer su derecho de opinión y no dejarse manipular ni amenazar por su jefe. Es más, debió acusarlo para que dichas operaciones no se les vayan de las manos y no esperar a que ocurran los hechos que finalmente se desataron (bancarrota de la empresa, juicios civiles, pérdidas económicas de los inversionistas, empleados despedidos).
Un segundo problema que se relaciona con esta teoría y que viola la premisa de procedimientos justos es que Ebbers nunca se preocupo por los intereses de sus principales stakeholders para que puedan tener la oportunidad de recibir una retribución justa por lo que ellos aportan a la empresa, si no más bien se vieron notablemente perjudicados. Este caso se da en especial medida con sus trabajadores e inversionistas. En lo relacionado a los trabajadores de la empresa, ellos tenían el derecho a ser informados sobre los sucesos o la toma de decisiones; pero a los funcionarios no les importo si es que estas personas se iban a quedar sin empleo luego de que el fraude sea descubierto, los dueños solo actuaron por sus propios intereses.
Del mismo modo, en lo relacionado a los inversionistas, sus derechos tampoco fueron respetados en ningún momento. Como se menciono anteriormente, los funcionarios solo velaban por sus intereses y nunca se preocuparon por los intereses de los inversionistas. Estas personas creían que la empresa marchaba en un excelente camino, de esa manera confiaron en ella e invirtieron su dinero esperando obtener grandes rentabilidades. Sin embargo, Ebbers no tuvo escrúpulos para realizar malos manejos de sus cuentas de gastos y brindar información errónea a sus auditores, ya que priorizó su beneficio propio sin tomar conciencia que estaba engañando a sus inversionistas atentando contra sus derechos relacionados a obtener información real sobre el estado financiero de la empresa, de tal forma que ambas partes (ellos y worldcom) se encuentren en igualdad de condiciones. Ello finalmente redundó en la pérdida de su inversión y la oportunidad de invertir su dinero en algún negocio que realmente sí era rentable. Por último, si WorldCom encabezado por su presidente Ebbers hubiera actuado con justicia nada malo hubiera ocurrido y se hubiera evitado el gran fraude que lo llevo a la bancarrota y posteriormente a la cárcel.